No somos barcos a la deriva, elegimos según nuestras capacidades por dónde vamos según las circunstancias del mar, a nivel consciente o inconsciente. Las experiencias de vida, los logros, las acciones y relaciones, están marcadas por algo invisible pero muy poderoso, las creencias. Así vemos que hay semejanzas culturales, familiares y en momentos históricos de la humanidad. Las podemos identificar en el lenguaje, en los pensamientos y en las acciones, si nos damos un momento para reflexionar, y también se pueden cambiar si se tiene esa determinación y disciplina.
Peter Senge, nos presenta en La Quinta Disciplina, el Modelo del Iceberg, que grafica claramente cómo la realidad que vivimos tiene un fondo de patrones, estructuras y modelos mentales, que son claves al momento de construirla, aceptarla o modificarla.
En torno a un evento (la parte visual en el Iceberg), podemos darnos cuenta si es algo que se repite (patrón), luego si hay horarios, ubicación física de las cosas, distribución de roles (estructuras de soporte) y por último qué modelos mentales, creencias o paradigmas, están presentes en ese evento. Mientras más profundo identifiquemos en el Iceberg una situación, cambiarla será de mayor conciencia y sostenibilidad. *
En el momento que identificamos, cuestionamos y elegimos nuestras creencias, tenemos la posibilidad de vivir más conscientes y libres. Con este artículo proponemos observar a estos paradigmas que tenemos sembrados, muchas veces inconscientemente, para poder manejarlos y que sean un apoyo a lograr hábitos y logros de bienestar. Aquí algunas sugerencias:
2. Una vez identificadas algunas creencias, pregúntate: ¿Es cierta, desde varios puntos de vista? ¿podría ponerse otra perspectiva, positiva? ¿cómo me hace sentir? ¿me abre o me cierra posibilidades? ¿me sirve o aporta a mi bienestar? Muchas veces las creencias que tenemos vienen de generalizaciones, de juicios, de supuestos sobre uno mismo o los demás, necesitamos cuestionar porque pueden evitar que tengamos una visión abierta y certera en situaciones nuevas.
En una cultura tan abierta como la moderna, podemos crear nuestra propia cultura con lo mejor de las creencias y prácticas. Me gusta imaginarme un ciudadano con la puntualidad suiza, la higiene japonesa, la espontaneidad latina, el sentido de ecología de los daneses u otras características que aunque como estereotipos se califican de cierta cultura, como seres humanos somos capaces de adquirir las creencias que las forjan y construirlas para nosotros mismos. Usualmente esas creencias tienen que ver con el respeto a los demás y su tiempo, con la importancia de cuidarse a uno mismo, con la resiliencia y el confiar en que las cosas buenas o malas nos traen aprendizajes y oportunidades, etc.
3. Elige tus creencias y reemplaza aquellas que no sirven por las que te permitan avanzar. Por ejemplo: “Todos en mi familia tienen sobrepeso, yo no puedo estar atlético por cuestión genética”, por “puedo estar en excelente condición física si me alimento de manera natural y equilibrada, hago por lo menos 30 minutos de ejercicio diario y manejo el estrés”. También “no puedo hacer nada con esta crisis” por “las crisis traen oportunidades para reinventarnos y voy a encontrar un mejor camino”. Otro ejemplo sería “la vida es una lucha incansable” por “la vida es una experiencia con retos y regalos que podemos disfrutar.”
En conclusión, somos seres con neuroplasticidad, podemos cambiar nuestros pensamientos, actividades e incluso perspectivas, y desde ahí cambiar la realidad que nos rodea.* Cada día nos da la oportunidad de empezar de nuevo, reconozcamos nuestros pensamientos para que sean un aliciente a construir nuestra mejor versión, un hábito a la vez, con el apoyo de Habits.ai.