Habla menos y pregunta más


Habla menos y pregunta más

Por: Nicole Fuentes

Hace unos días me tocó hacer una escala en el aeropuerto de Dallas después de un vuelo nocturno de casi once horas. Me había pasado casi toda la noche en vela -no domino el arte de dormir sentada y mucho menos en un avión-. Lo único que me hacía ilusión a las 5:30 am era tomarme un café y comprar un buen libro para las tres horas de espera y el siguiente tramo por las nubes.

Según mis recuerdos había una tienda de libros en la terminal D, pero la recorrí toda y no la encontré por ningún lado. Una de tres… Mis recuerdos estaban perdidos, la librería estaba en otra terminal o algún día estuvo y ya no estaba. De mala gana decidí entrar en la tienda The Wall Street Journal para comprar agua, matar el tiempo hojeando revistas y ver si tenía suerte encontrando la típica novela de aeropuerto.

En eso andaba cuando en el último anaquel del único librero que tenían, alcancé a ver un libro casi del azul turquesa que me gusta. Solamente se le veía una esquina, pero como casi tenía el tono indicado me agaché para sacarlo. El libro se llama “The Coaching Habit: Say Less, Ask More and Change the Way You Lead Forever” de Michael Bungay. Justo venía de facilitar un taller de liderazgo, así que lo compré.

Y me lo devoré prácticamente en una sentada. Yo siempre he dicho que, a veces, los libros nos escogen a nosotros. Me gustó mucho, pero sobretodo, me pareció muy útil, sin desperdicio. Te cuento un poco de qué se trata con la idea de que te animes a leerlo.

La idea principal del libro es facilitar el crecimiento de las personas, apoyándolas a alcanzar su máximo potencial haciéndoles más preguntas y diciéndoles menos qué hacer.

Aunque el libro está orientado al mundo del trabajo, también podemos utilizar las herramientas en casa.

Michael Bungay explica que a través de siete preguntas esenciales es posible crear un nuevo hábito de “coaching” y romper con tres vicios comunes: codependencia, abrumación y desconexión.

Van las siete preguntas…

¿Qué estás pensando? o ¿Qué tienes en mente? Es la pregunta para abrir una charla que rápidamente nos lleva a la conversación real. Es abierta, va directo al grano e invita a las personas a compartir lo que es más importante para ellas. “Mamá, ¿Qué me conviene más… hacer plan con mis amigas o quedarme en la casa con mis primos que están de visita?” , “No sé que carrera elegir si Economía o Psicología” Entonces, en lugar de dar nuestra opinión inmediatamente podemos intentar… “¿Qué estás pensando?”

¿Y qué más? Es la pregunta subsecuente. Tiene propiedades mágicas dado que, aparentemente sin esfuerzo, crea más sabiduría, más reflexión, más autoconocimiento. Cuando preguntamos ¿Y qué más? obtenemos mejores opciones. Mejores opciones llevan a mejores decisiones. Mejores decisiones llevan a más éxito.

¿Cuál es el verdadero reto para ti en esto? Esta pregunta nos ayuda a detener el impulso de movernos rápido a la acción y pasar más tiempo resolviendo el verdadero problema, en vez del primer problema. Con el “para ti” la pregunta aterriza en la persona con quien hablamos, la motiva a identificar su batalla y aquello que necesita resolver. “Mamá ya no soporto al maestro de literatura porque no explica bien, nos quita el teléfono, habla muy bajito, le huele fatal la boca, nos deja salir tarde del salón, tengo que correr al siguiente y además deja tarea como si su materia fuera la única que tenemos, etc., etc., etc.,” ¡WOW! Y nosotros respondemos… “De todo esto que me cuentas… ¿Cuál es el verdadero reto para ti?” Y así ya no tenemos que adivinar, ni salir corriendo a comprar un cepillo y una pasta de dientes.

¿Qué quieres tú? No siempre sabemos con claridad qué queremos y, si lo sabemos, no siempre nos atrevemos a pedirlo. Esta pregunta crea la oportunidad para que las personas definan y manifiesten qué quieren o qué necesitan. Tu hermana llega a contarte con cara de angustia… “Mi esposo está planeando un viaje para nuestro aniversario que incluye tirarnos del paracaídas, está súper emocionado”. No la ves muy convencida, así que preguntas: “¿Qué quieres tú?”

¿Cómo puedo ayudarte? Tiene dos ventajas. La primera es que forzamos a la persona a hacer una petición directa y precisa de utilidad para ella; la segunda, que evita que pensemos que sabemos qué necesita y brinquemos a la acción. ¿Te ha pasado que te enfureces cuando empiezas a contarle algo a tu pareja y te llena de soluciones?… ¡No quiero que me soluciones el problema, sólo quiero que me escuches!  Preguntar ¿Cómo puedo ayudarte? puede ser mejor opción.

¿Si estás diciendo que sí a esto, a qué estás diciendo que no? Un “sí” no sirve de nada sin un “no” que ponga límites y dé forma. Tendemos a llenarnos de compromisos y aceptar responsabilidades que no necesariamente queremos. Decimos que “sí” pensando que podemos con todo o por complacer a los demás y terminamos abrumados o haciendo las cosas a medias. Si tu hija adolescente llega a contarte que quiere tomar una clase más y tu ves que solamente tiene libre de 2:00 a 3:00 de la mañana, podrías preguntarle: “¿Si dices que sí a esta clase, cuál vas a dejar?”

¿Qué fue lo más útil o valioso para ti? Nuestra labor principal como líderes o guías es ayudar a crear para los demás momentos de aprendizaje. Esta pregunta puede ser utilizada para finalizar una conversación o reunión. Asume que la charla fue útil y genera la oportunidad para descubrir qué fue lo más importante.

Debo confesar que después de leer este libro estoy mucho más consciente del hábito que tengo de brincar a responder preguntas y solucionar problemas, especialmente con mis hijas.

Pienso en todas las veces que les digo qué hacer o respondo a sus dudas sin darles la oportunidad de hacerlo por sí mismas. Creo que muchas veces lo hago por flojera o porque ando de prisa. Sin embargo, ahora que lo pienso, brincar a solucionar su corto plazo, podría comprometer el desarrollo de sus habilidades para el largo plazo.

Me quedo convencida de que vale la pena preguntar más y hablar menos.

PD. Luego de comprar el libro revisé por número 17 mi puerta de embarque y caí en la cuenta de que estaba en la terminal equivocada. Me gusta pensar que me equivoqué de terminal sólo para encontrar este libro antes de salir.

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