Acepto vivir con…, Acepto vivir sin…


Acepto vivir con…, Acepto vivir sin…

Por: Nicole Fuentes

Si combinamos el perfeccionismo con las cosas de la vida que no podemos cambiar tenemos ingredientes suficientes para prepararnos un coctel de insatisfacción, ansiedad, amargura, frustración, enojo o del sabor que más nos guste.

El perfeccionismo es algo así como un lobo feroz con disfraz de oveja.

A simple vista lo relacionamos con algo inofensivo. Tendemos a pensar que ser perfeccionista es una característica deseable pues la asociamos con la determinación de “hacer las cosas muy bien” y con el hábito de trabajar muy duro.

Pero no es así.

El perfeccionismo tiene un GPS cuyo punto de partida es siempre la pregunta… ¿Qué van a pensar los demás?, tiene la misma voz que nuestro crítico interior y recalcula constantemente la ruta para mantenerse en la aprobación externa.

No tiene nada que ver con acercarnos a nuestra mejor versión posible o con ser mejores cada día, sino con convertirnos en la versión socialmente aceptada, en la que nos hace ganadores de una estrella dorada pegada en la frente.

Con el perfeccionismo viajan siempre el miedo, la culpa y la vergüenza.

Llevado al extremo, el perfeccionismo es causa potencial de baja autoestima, trastornos alimenticios, depresión, ansiedad, disfunción sexual, desorden obsesivo compulsivo, fatiga crónica, alcoholismo, ataques de pánico, parálisis de acción, postergar y dificultad para mantener relaciones interpersonales.

Conozco dos herramientas que pueden ser útiles para combatir este escudo de veinte toneladas -como dice Brené Brown-. Una está probada por la ciencia y la otra me gusta mucho.

La autocompasión tiene todas las credenciales en el mundo académico y está reconocida como un antídoto muy poderoso para contrarrestar la mentalidad perfeccionista y modular al crítico interior. Aquí te dejo un vínculo a un artículo que puede servirte si quieres conocer más sobre este concepto.

La autocompasión cae en el campo de la medicina tradicional.

En el mundo de la medicina alternativa -la escritura terapéutica- me encontré con un ejercicio que, además de ser lindo, es útil.

Tiene como objetivo hacernos reflexionar sobre las cosas que no podemos cambiar en nuestras vidas y escribir un poema con las frases:

“Acepto vivir con…” y “Acepto vivir sin…”

Puede quedar algo así:

Acepto vivir sin superpoderes,

Acepto vivir sin estar al corriente de las noticias,

Acepto vivir sin el gusto por el yoga,

Acepto vivir dejando libros a medio leer.

Acepto vivir con canas,

Acepto vivir más despacio,

Acepto vivir con arrugas,

Acepto vivir con un par de kilos más.

Acepto vivir con pelos de perro en la ropa,

Acepto vivir sin mucho orden,

Acepto vivir con huellas de dedo en las paredes,

Acepto vivir con calcetines sin par.

Acepto vivir con lo que no sé,

Acepto vivir equivocándome,

Acepto vivir extranándote,

Acepto vivir improvisando de vez en cuando,

¿Qué diría el tuyo?

Dedicar un rato a elaborar este poema es gratificante. Hay algo liberador en aceptar nuestras limitaciones y declararnos perfectamente imperfectos.

http://www.bienestarconciencia.com/

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